jueves, 7 de junio de 2012

¡Respice post te! Un problema económico cualitativo

He visto a Pepe. Hace años que se metió a político y ocupa un puesto bien remunerado. Va más peinado, mejor vestido, más sonriente…

A su alrededor veo más ‘moscas’ que antes. Moscas contentas, sonrientes, y personas que antes no harían más que saludarle con un simple ¡Adiós! A muchas de esas moscas, siempre las catalogué como de oportunistas, portadoras de cuchicheos incluso inventados- para quedar bien y ganar su favor. No me pienso centrar en estudiar el comportamiento de las moscas, solo me pregunto: ¿habrá entre ellos algún amigo, que no esté de acuerdo con lo que hace y se lo diga?

El tema viene a mi pluma (regalo de mis alumnos), hablando de la enorme cantidad de ‘Pepes’ que tenemos, su poca formación, y la baja calidad que tienen los políticos en España en comparación con lo que cobran.

He recibido -por tercera vez y por diferentes vías- un email, que yo le digo el del Nescafé, que informa sobre lo que cobra un político: 

- Maestro: 1.400 €,     un título universitario de cuatro años y una oposición

- Policía: 1.600 €,    bachillerato superior y una oposición

- Bombero: 1.800 €,  bachillerato superior y una oposición

- Médico: 2.200 €, un título universitario de seis años y una oposición al MIR, más una especialidad de 4 o 5 años y una oposición

- Político: mínimo de 4.000 €, el dedo, condicionado a las listas cerradas manejadas políticamente por el partido.
     
Cierra dicho email el comentario final original de que: 

ENCIMA ES PARA TODA LA VIDA……. ¡SOMOS ESPAÑA, NO NESCAFÉ!

Creo que parte de la culpa la tienen las moscas que hacen creerse a nuestros políticos dignos de estos sueldos. Las moscas y el sistema que les permite usar su poder para actuar en consecuencia, aprobándose nominas para sí mismos, “con justicia y en relación a su gran valía, sin ninguna incompatibilidad”.

Recuerdo el gran desfile ceremonial de la antigua Roma para agasajar al general que regresaba victorioso de una campaña: Su ejército quedaba a la espera en el Campo de Marte. Sólo podían celebrar el triunfo los generales miembros del orden senatorial, pero después de haber sido aclamado “imperator” por sus tropas y haber solicitado el permiso al senado para tal evento. 

El desfile comenzaba en el Campo de Marte y se dirigía al monte Capitolino, yendo el general triunfador sobre una cuadriga y al lado de un esclavo que, sosteniendo los laureles de la victoria sobre su cabeza, le repetía constantemente:  Respice post te, hominem te esse memento.
 Mira hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre (no un Dios).



Al final, el general se detenía al pie de la escalinata del templo de Júpiter y entraba para ofrecerle sus laureles de victoria al dios. No se los quedaba él, como harían nuestros políticos de hoy, incluso para su retiro.

Hoy las cosas son distintas. Incluso, antes de tiempo, amigos, antiguos jefes, colaboradores etc.… se permiten tratarte en las cartas de Ilustrísimo, Usía, Excelencia…, sin corresponderte todavía: Sin serlo realmente, y... sin esclavo que vaya detrás.

Ilustrísimo viene de ilustre: insigne, egregio, eminente, prestigioso, importante, acreditado, conspicuo, consagrado, maestro, eximio, preclaro, progenie, prohombre,  prosapia, señero. Para mayor desgracia de alguno, indica un superlativo de tal cualidad; siendo su antónimo el de vulgar. 

Excelentísimo viene de excelente: bello, bravo, cojonudo, consumado, divino,  enorme, excelencia, excepcional, eximio, fetén, genial, guay, magnificente, magnífico, maravilloso, monumental, precioso, pero encima indica su superlativo; siendo su antónimo el de pésimo, ínfimo.

Nada de esto tienen la mayoría de nuestros-as políticos-as. Son personas bastante vulgares, algunas bastante ignorantes, abundan incluso también sinvergüenzas, inmorales y hasta delincuentes, no hay más que leer el periódico o asistir a una tertulia de amigos que estén en la lucha empresarial diaria. 

Pero como esto es así, contrario a llevar un esclavo recordándoles su normalidad, es lógico que se pongan sueldos conforme a su gran valía, y hagan lo que les viene a sus más que preclaras mentes en gana.

Hace poco oí -todo seguro claro- a un político (al menos era licenciado en letras), que de haberse puesto a estudiar otras cosas, hubiera sido militar de carrera superior, dando por hecho que lo lograría, claro. No se le ocurre pensar que le podría haber ocurrido como a un tal ingeniero eminente, que lo intentó y no lo logró, a pesar de llegar a ocupar después muy altos puestos en la docencia universitaria.

Como el mundo es muy pequeño, supe después que el tal licenciado no fue buen estudiante, que fue muy normalillo y que nunca hizo ninguna oposición. Mas supone que si hubiera estudiado ciencias, supone también que hubiera superado una muy difícil y completa oposición (hoy una media superior a 9 en el expediente escolar). Bueno, es humano en alguien cercano culturalmente, pero… los (las) ha habido… para echarse a llorar.

Entre tanta ficción, ahora me explico los lloros públicos al dejar el poder, y que alguno al dejar su vida política-viendo la realidad- les cueste incluso depresiones y hasta la vida. A dos consolé, con cariño y lo que mejor pude, resaltándoles la valía de su vida familiar olvidada.

Yo propondría -en el Senado- a los traductores de vasco, catalán y gallego, cambiarlos por esclavos –hoy llamados contribuyentes- que fueran portadores de tales útiles mensajes y les apartasen del peloteo impresentable de mucho medio de comunicación que no cumple con su deber. 

¿La lengua a usar? … pues el castellano, que es, después de tanto siglo, lo que siempre fue y es de todos. 

¿Qué no lo quieren?... Pues “Que hablen inglés”. Y si no lo entienden, es que no son ni ilustres, ni excelentes, y mucho menos en grado superlativo. ¡Si, lo hablan nuestros normales jóvenes titulados!..., esos que han tenido que emigrar, al no tener trabajo… ni por el 5 % de sus sueldos.
Hemos visto números, como resultado de un estudio cuantitativo que Rajoy ha ordenado realizar, para averiguar el número de políticos que soportamos. Yo también haría el mismo trabajo, pero “cualitativo”. ¿Lo habrá hecho ya? 

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